Nos dice el Papa Francisco:
“El mes de junio está tradicionalmente
dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, máxima expresión humana del amor divino.
En los Evangelios encontramos diversas referencias al Corazón de Jesús, por
ejemplo en el pasaje en el que el mismo Cristo dice: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los
aliviaré. Carguen mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de
corazón, y así encontrarán alivio» (Mt 11,28-29) (…)
La misericordia de Jesús no es sólo
sentimiento, es más, es una fuerza que da vida, ¡que resucita al hombre! Nos lo
dice también el Evangelio, en el episodio de la viuda de Naím (Lc 7,11-17).
Jesús acompañado de sus discípulos está llegando a una ciudad llamada Naím, en
el momento en el que llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda. La
mirada de Jesús se fijó inmediatamente en la mujer en lágrimas: «Al verla, el Señor se conmovió» (v. 13).Esta
«compasión» es el amor de Dios por el hombre, es la misericordia, o sea la
actitud de Dios en contacto con la miseria humana, con nuestra indigencia,
nuestro sufrimiento, nuestra angustia. El término bíblico «compasión» evoca las
entrañas maternas: de hecho, la madre experimenta una reacción exclusivamente
suya frente al dolor de los hijos. Así nos ama Dios, dice la Escritura.
Y ¿cuál es el fruto de este amor? ¡Es
la vida! Jesús dice a la viuda de Naím:«¡No llores!», luego llamó al muchacho
muerto y lo despertó como de un sueño (cfr vv. 13-15). Pensemos en esto. Es
bello. La misericordia de Dios da vida al hombre, lo resucita de la muerte. El
Señor nos mira siempre con misericordia, nos espera con misericordia. ¡No
tengamos miedo de acercarnos a Él! ¡Tiene un corazón misericordioso! Si le
mostramos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, Él nos perdona
siempre. ¡Es pura misericordia! No olvidemos esto. ¡Vayamos a Jesús!
Dirijámonos a la Virgen María: su
corazón inmaculado, corazón de madre, ha compartido al máximo la «compasión» de
Dios, especialmente a la hora de la pasión y de la muerte de Jesús. Que María
nos ayude a ser mansos, humildes y misericordiosos con nuestros hermanos”.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos
confío.
P. Rubén Darío Melchiori
No hay comentarios:
Publicar un comentario